Hoy mientras corría en la cinta del gimnasio me miré desde un ángulo hacia la derecha a través de un espejo y pensé que me faltaba mucho para llegar a la forma deseada, especialmente cuando se trata de áreas rebeldes como mis músculos de los glúteos. Luego me miré en el espejo justo frente a mí, donde pude ver mi trasero desde otro ángulo, y pensé, vaya, he progresado. Y estos pensamientos me llevaron a pensar que todo en la vida es perspectiva. Si me hubiera quedado con la primera imagen de mí mismo, me habría desmotivado y perdido la esperanza. Pero luego decidí verme desde otro ángulo y lo que vi no fue tan malo. En cada situación de la vida, podemos elegir con qué perspectiva queremos quedarnos. Nos sucede a todos a diario. Oímos algo, vemos algo e inmediatamente sacamos una conclusión, pero si utilizamos esos espejos para poder ver otros ángulos, estoy seguro de que descubriremos algo diferente. Esos espejos son nuestra capacidad de pensar. Está en cada uno de nosotros decidir qué queremos ver. La mayoría de las veces nos quedamos con esa primera imagen (perspectiva) de algo, y decidimos no mirar más allá. Al igual que en mi ejemplo del gimnasio, podemos caer falsamente en una sensación de desesperanza, o desmotivación, o incluso emitir un juicio completamente engañoso, la clave está en hacia dónde miramos. Esto me lleva a pensar en Jesús en la cruz. Muchas veces tenemos una imagen de Él donde está indefenso y sangrando, y simplemente nos quedamos con esa imagen. Pero si miramos más allá, veremos que Él ya no está allí y que Su tumba ha estado vacía durante casi 2.000 años. Eso es mucho más poderoso que la imagen de la cruz, hay esperanza para quienes deciden creer en Su resurrección y el poderoso mensaje que emana. Nuestras mentes generalmente se quedan con esa primera percepción; por ejemplo, miré los músculos de mis glúteos desde un solo ángulo, sintiéndome desmotivado y sin esperanza. Es cuando elegimos conscientemente mirar las cosas desde una perspectiva diferente cuando se produce el cambio. Cuando volví a mirar los músculos de mis glúteos en el espejo que estaba justo frente a mí, me sentí iluminada, no todo está perdido. ¡Hay esperanza!
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